viernes, 17 de agosto de 2012

Hugo y yo

Este post nace con un doble propósito: copiar a ND en lo de contar el pasado lector y probar Blogsy, una app para el iPad con bastante buena pinta y a la que se supone que blogger no odia.

Yo fui una niña lectora, con menos de dos años pedía MI cuento por las noches (La historia de una nube que era amiga de una niña), con poco más de tres me pasé todo un verano diciendo "sabes que voy a ir al cole y voy a aprender a leer solita??" y a los cuatro dejé muerta a mi madre...íbamos las dos por la calle y yo leía en alto todos los rótulos, zapatería, simago...todo fácil hasta que le dije "ahí pone offfffftalmólogo", y lo flipó, "pero es que de verdad sabes leer?" y yo, muy enfadada "pero si te lo estoy diciendo..." el resto de la tarde la pasé leyendo en alto ante unos padres orgullosos de su primogénita.

Desde entonces siempre he leído, sin parar, con épocas más o menos intensas, pero nunca ha habido sequía. Me obligaban a comprar libros de uno en uno y volvía de las vacaciones con medio millón de libros..."pero, Bich, déjate alguno que te haya gustado menos", "a ver, mamá, me gustan TODOS"

He pasado por todas las fases: los Cinco, los Siete Secretos, Puck, Barco de Vapor, Celia (lo más grande, las niñas de ahora tienen libros de Celia??), Torres de Malory y las Gemelas de Santa Clara, Cruzada en jeans y La vida sale al encuentro...Agatha Christie, Tom Clancy, espías y asesinos...Steinbeck, El pájaro espinoy García Márquez...he leido de todo y siempre me ha gustado leer.

Pero sobre todo, soy la lectora que soy por mis padres: en mi casa siempre he visto leer, me han leído cuentos, jamás me han dicho no a comprarme un cuento o a llevarme a la biblioteca. Ni me han regañado mucho por quedarme leyendo hasta las mil en días de cole. El peor castigo posible era dejarme sin leer, y si se me desencuadernaba un libro teníamos llorera monumental.

Por eso me ha gustado Hugo, porque es un libro que se puede (casi se debe, seguro que mejora mucho la experiencia lectora) leer con niños, que te cuenten los dibujos, qué les parece, si les gusta Hugo o si les parece un poquito bobo, qué creen que va a pasar luego y si quieren ver alguna de esas pelis tan antiguas, o alguna otra menos antigua...porque el cine y la literatura siempre van de la mano.

Y sobre todo, ya lo dije en mi guarri-reseña, porque tanto el cine como la lectura nos invitan a soñar y de vez en cuando está muy bien que nos recuerden eso tan cursi de que estamos hechos de polvo de estrellas. Así que, tres lectores y medio de este blog, coged a vuestro niño interior, leed con él La invención de Hugo Cabret y luego haced palomitas para ver Los Goonies...pasaréis una tarde estupenda.

 

jueves, 16 de agosto de 2012

Sobre Hugo, sobre mí y por qué me ha gustado

Bueno, voy a hablar un poco del libro de este mes. Yo lo elegí, aunque debo decir que fue un acto algo irreflexivo. Había visto la película y ya sabía que sería un libro infantil o juvenil y conocía la historia. El libro me gustó, aunque entiendo el cabreo que tiene Carmen. Es eso solamente, un libro infantil. No es Oliver Twist, aunque Hugo es muy desafortunado en la vida. El enfado e irracionalidad de Georges no se entiende, al menos al principio. El por qué Isabelle se hace amiga de Hugo...

Ahí estoy de acuerdo, no tiene todas las partes pulidas y encajadas entre sí, pero sí que engancha y yo me lo he leído muy a gusto. A lo mejor pensaba inconscientemente en dejárselo o leérselo a mis hijos. No sé. Ya he contado en mi otro blog que a mí lo que me toca en la fibra sensible no son las desgracias, sino las alegrías. Por ejemplo, cuando en Mulan llega el final de la película y vuelve a casa y le entrega a su padre el medallón del emperador y la espada de Shang Yu para honrar a la familia y su padre le dice que el mayor honor es tenerla a ella como hija... puff, ahí se me saltan los lagrimones.

Y algo así me pasa aquí. Hugo es un niño sin infancia. Un niño que no ha tenido suerte en la vida y que intenta encontrar una salida a través de un supuesto mensaje oculto en el autómata. Esa búsqueda le lleva a encontrar una infancia y un amor que no tuvo. Se convierte en mago, consigue una familia que lo adopta, se siente feliz e integrado y supongo que esa es la parte que me reblandece un poquito. No puedo evitarlo.

Y también está la parte sobre el inicio del cine y como Méliès lo transformó en una nueva manera de contar historias. Hasta entonces eran imágenes sin ilación. Trenes entrando en la estación, trabajadores saliendo de la fábrica y cosas así. Méliès trabajó vendiendo caramelos en la estación de Montparnasse como cuenta el libro, olvidado del mundo.

Otra parte que puede influir es que yo no leí nada ni de niño ni de adolescente. Nada aparte de tebeos de Mortadelo y Filemón y Astérix. Cuento un poco de eso aquí. Y quizá es un déficit de lecturas juveniles que tengo que quitarme de alguna manera. Nunca he leído un libro juvenil aparte de la Historia Interminable o Momo o Fray Perico y su borrico o el Pirata Garrapata. Nunca tuve que leer un libro en el colegio hasta COU. Solamente leímos El Camino de Delibes en primero o segundo de BUP. Así que es posible que haya libros juveniles que sean mucho mejores que este, pero yo no los he leído. Mea culpa. Así que algo de búsqueda y descubrimiento o vuelta a una infancia inexistente sí que tiene este leer novelas infantiles. Hoy mismo me he comprado este libro en Amazon. Tranquilas que no os lo haré leer en el club de lectura!

Bueno, al final me he ido por los cerros de Úbeda (guiño traído por los pelos respecto a Muñoz Molina, no, no me matéis), pero así lo voy a dejar. Intentaré de nuevo hablar del libro en vez de hablar de mí. A ver si sale...

Enlace

miércoles, 15 de agosto de 2012

La invención de Hugo Cabret

Un críptico dibujo, un valioso cuaderno de notas, una llave robada, un autómata y un mensaje oculto del difundo padre de Hugo son algunas de las claves de un intrincado misterio.
Desde hoy, y hasta el próximo 15 de septiembre el libro en cuyo vericuetos nos vamos a internar, y te animamos a que nos acompañes, es La invención de Hugo Cabret del autor Brian Selznick que se inspiró para escribir, según él mismo nos cuenta, en un libro que:
contaba la verdadera historia de unos complejos autómatas a cuerda que fueron donados a un museo de París. La colección fue abandonada en un ático destartalado y, eventualmente, se tiró a la basura. Me imaginé a un chico encontrándose con máquinas rotas y oxidadas y, en ese preciso instante, nacieron Hugo y su historia.



Las reseñas las podéis encontrar, como siempre, en los correspondientes blogs y, a partir de aquí, para acompañarnos en este viaje dedícale las tres o cuatro horas que como máximo te va llevar leer esta historia.

Bichejo

Desgraciaíto

Livia

Carmen


lunes, 6 de agosto de 2012

Algunos comentarios kafkianos sobre DFW comentando a Kafka

Supongo que a estas alturas, si estás aquí, ya has leído a Kafka o, como mínimo, te lo sabes al dedillo y has oído hablar de lo kafkiano de El proceso y del pobre Gregorio Samsa que se convirtió en cucaracha/escarabajo/bicho tan repugnante que de lo repugnante que es ni siquiera lo pisas.

Pues bien, a David Foster Wallace, Kafka le parece gracioso, y, podemos decir muchas cosas sobre DFW (cof cof sórdido cof cof) pero es innegable que de literatura sabe mil veces más de lo que yo sabré en toda mi vida y, aunque podemos estar de acuerdo con él o no, analiza la literatura con la profundidad y el acierto que sólo puede dar una cultura descomunal. Y entonces se descuelga con:
Algo que a mí me frustra rotundamente cuando estoy intentando leer a Kafka ante estudiantes universitarios es que me resulta casi imposible hacerles ver que Kafka es gracioso.

Esta frase sacada del artículo me tiene tan patidifusa que aunque estoy de acuerdo con el fondo de análisis que hace sobre Kafka cuando dice:

Lo que afirmo es que la gracia de Kafka se basa en una especie de literalización radical de verdades que solemos tratar en forma de metáforas.

sigo sin ver gracioso a Kafka (aunque confieso que ha estado a punto de convencerme, es más, al leer este artículo sentía que si no lo encontraba gracioso era más por mi falta de sentido del humor que por Kafka... luego terminé de leerlo y recuperé la cordura) y me parece un tanto injusto para con sus alumnos que crea que la culpa es de las referencias que no tienen... porque él las sitúa en el espacio (alumnos americanos) pero yo tampoco las tengo: estuve en casa de Kafka unos 10 minutos y me gustó tanto Praga como detesté a sus habitantes, soy del mismo continente etc, etc pero no veo la cosas a su manera y eso me parece un síntoma de salud mental, con todos mis respetos... pero, vistos otros artículos de DFW puedo entender ya no la admiración que sentía por su manera de escribir sino una cierta sintonía entre ambos autores en la medida en la que, sin saberlo, DFW hace a su manera lo mismo que Kafka, no literaliza radicalmente las metáforas, pero no censura nada en su escritura y es capaz de situarse en un plano tan ajeno a lo que cuenta que todo es sorprendente y consigue que el lector sienta esa misma otredad ¿no es el mundo del porno una metáfora del submundo de lo sórdido como el bicho de La metamorfosis? ¿no es Kafkiano lo que vive en con McCain, el festival de las langostas o el mencionado mundo del porno? 

Kafka se sentía ajeno a todo, DFW también; el primero, para transmitirlo al lector usaba esa literalización radical de las metáforas (en las que lo repugnante era explícito), el segundo nos muestra un mundo en constante estado de perplejidad donde lo más sencillo es absolutamente sorprendente.

En definitiva, al terminar el el libro volví a este artículo y me pareció que, sin saberlo y sin pretender en ningún caso ponerse a su altura, DFW estaba analizando su propio estilo o, mejor dicho, su propia manera de ver el mundo o, lo que es lo mismo, ¿es Kafka usado como metáfora de DFW?