martes, 3 de junio de 2014

Un momento estrellar de la humanidad

"Debo decir que ese es el factor más importante —el modo en que se equipa la expedición— la manera en que se prevén todas las dificultades y se toman precauciones para enfrentarlas o evitarlas. La victoria espera a aquel que lo tiene todo en orden —  la gente a eso lo llama suerte. La derrota es segura para aquel que ha desdeñado tomar las precauciones necesarias a tiempo; a esto lo llaman mala suerte".
Roald Amundsen.

La conquista de la tierra se había producido cinco semanas antes....

Estamos en un mundo en el que ya apenas quedan secretos. No queda terreno sin cartografiar, el hombre es dueño y señor de la creación. Los países europeos dominan el mundo y tienen colonias en Africa y Asia sojuzgando a gentes de toda pinta y pelaje. Entre los países colonizadores hay uno que sobresale con especial fulgor: el Reino Unido. Los británicos dominan los mares del mundo y muchas de sus costas. Estamos a principios de siglo y parece que hay pocas cosas que puedan resitírseles. Ser inglés es partir con ventaja. O al menos así lo sienten ellos.

El único punto que queda a la espera de que el hombre lo pise (aparte de las cimas del Himalaya) es el polo sur. El polo norte ha sido conquistado por un norteamericano de nombre Peary. Ese polo sur atrae como un imán a un hombre: Roald Amundsen. Este noruego que ha visto su país invadido por los suecos (de hecho cuando empiezó una expedición al polo norte era sueco y a la vuelta noruego). Es un hombre obsesionado con el orden y la preparación.

Discípulo de Fridtjof Nansen, aprende de él, y de todo el que puede, cómo enfrentarse a las experiencias extremas. Duerme siempre con la ventana abierta y sin arroparse para acostumbrarse al frío. Aprende de los inuits cómo usar los perros y los trineos y cómo impermeabilizar sus ropas. Usa pieles en lugar de lana, que una vez mojada deja de abrigar. Se entrena de manera durísima. Aprende cómo acercarse al polo encallando el barco en hielo y dejando que las corrientes lo vayan arrastrando hasta el polo. Así consigue realizar en barco el paso del noroeste. Sabe que el escorbuto se combate comiendo carne fresca (especialmente el hígado) de focas.

Cuatro de los cinco miembros de su expedición son expertos pilotos y saben orientarse perfectamente. Además han preparado hojas de navegación para que los cálculos que haya que hacer sean lo más sencillo posible para que en situaciones de fatiga extrema puedan hacerlos.

Prepara cada expedición hasta el mínimo detalle, la salud y la seguridad de todos los miembros de la expedición es primordial para él. Calcula las cantidades de comida justas y el emplazamiento de los puestos de avituallamiento para evitar cargar más de lo necesario. Incluso no duda en sacrificar a los propios perros heridos o sobrantes para que sirvan de alimento al resto de animales e incluso a él y a sus compañeros.

En eso, en anteponer la seguridad de sus hombres a todo, tiene muchas similitudes con Shackelton. Héroes de un pasado a los que no podemos hacer más que admirar.

Este hombre se enfrentó al polo sabiendo lo que se iba a encontrar. Supo prepararse y adaptarse. Y ganó.

En otra parte tenemos a un oficial mediocre de la armada británica al que le surge la oportunidad de su vida y quiere aprovecharla. Con su familia arruinada, se lanza a la expedición antártica como una manera de subiren el escalafón militar y conseguir triunfar en la vida. Hasta ese momento ni sabía de la existencia del polo sur, ni había estado interesado en la nieve y el hielo, ni en las expediciones polares. Les presentamos a Robert Falcon Scott.

Su primera expedición con Shackelton fue un éxito, le trajo fama y le hizo querer ser el primero en llegar al polo. 

Prepara una expedición con infinidad de materiales, pero sin mucho tino. Elige ponis en lugar de perros sin pararse a pensar que en el polo no crece hierba ni forraje y tendrán que llevar ellos mismos la comida para alimentarlos. Además, llegado el momento se niega a matar a los ponis para alimentarse. Un gesto loable, sin duda, pero que hizo que personas a su cargo murieran. Lleva tractores mecánicos (una especie de motonieve con ruedas de oruga) que se estropean a cada paso debido al hielo, el frío y lo accidentado del terreno y, como Scott es muy suyo, no lleva al ingeniero que las había inventado porque prefiere llevar a un amigo suyo, Evans. Bueno, realmente Evans quería ser segundo de la expedición y le sugiere a Scott que no lleve a Skelton (el que sabía de motos) porque tiene una gradación militar más alta que la suya. Y Scott cede, claro. 

No presta interés a la ropa necesaria y varios de sus hombres mueren de gangrena por congelación. No cuenta con gafas adecuadas y muchos de sus hombres sufren ceguera de las nieves. Solo lleva un piloto por grupo y los demás no tienen idea de orientarse en esas latitudes.

Scott no se preocupa de aprender de las anteriores expediciones polares, no se preocupa de aprender a manejar trineos de perros. Se lleva a personas que no eran las más aptas, algunas de ellas ni siquiera saben esquiar. No trae la ropa adecuada para las temperaturas extremas. Es titubeante en sus decisiones. Tanto que por miedo al fracaso se lleva una persona de más en la expedición definitiva lo que hace que la comida ya almacenada sea insuficiente para todos los que iban. Scott, gracias a su incompetencia, condena a él y a sus hombres a una muerte casi segura.

Una comparación simultánea de los diarios de los miembros de las dos expediciones nos muestran un Scott quejoso de que con la mala suerte que tienen no pueden avanzar, mientras que los noruegos escriben que se han encontrado lo que esperaban y han avanzado lo que querían.

Poner frente a frente las dos expediciones es como comparar profesionales con amateurs. Con trágicas consecuencias, como ya sabemos. El mito de Scott también se basa en una cuidadosa expurgación de los diarios por parte de su viuda y después hemos podido enterarnos de que como cualquier mal jefe culpaba a sus hombres de los fracasos que sucedieron por su propia responsabilidad. Incluso hay apuntes en los que califica de estúpido a uno de sus compañeros que está al borde de la muerte.

El mito de Scott surge después de la primera guerra mundial en un país necesitado de héroes, pero como dice Roland Huntford: "es extraño. Shackelton, que no perdió ni un solo hombre cuando el Endurance se rompió en el hielo del ártico, sigue siendo una nota a pie de página en la psique nacional, mientras que Scott mantiene aún un estatus icónico. Solo en gran Bretaña reverenciamos al hombre que murió por sus errores por encima del superviviente. En cualquier otra parte del mundo, Scott es visto más bien como un segundón  – un segundón incompetente que luchó contra la naturaleza en lugar de intentar comprenderla".

 Esta última frase es clave. Amundsen comprendió a la naturaleza y se interesó por aprender de los que vivían de ella en esas condiciones. Scott quiso vencerla con determinación, pero sin prepararse ni aprender.

Vosotros, si tuviérais que elegir ¿a quién querríais de jefe? ¿A Scott o a Amudsen?. ¿A Scott o a Shackelton?

Si queréis saber más sobre lo que es ser un héroe os recomiendo que os leáis Atrapados en el hielo de Caroline Alexander sobre el viaje del Endeavour de Shackelton. Y si queréis saber más sobre la conquista del polo sur y Amundsen y Scott, leeros El último lugar de la tierra de Roland Huntford. Dos libros buenísimos.

Scott tuvo una muerte trágica. Sí, pero él mismo cavó su propia tumba y, lo que es peor, la de sus compañeros.

domingo, 1 de junio de 2014

Momentos estelares de la humanidad, de Stefan Zweig

Sexto mes del 2014 en el Club de lectura, en el que hemos leído este libro de Stefan Zweig, Momentos estelares de la humanidad.

Este mes tocaba leer al último premio Cervantes, pero Poniatowska no fue del agrado de ningún miembro del club (fue incluso del odio casi africano de alguna "miembra"). Que no nos simpatizaba, vaya, en ese decir tan sintético, sincopado y sinestésico que se lee por el tuiter tan a menudo.

Zweig elige en este libro determinados sucesos de la Historia para detenerse en ellos y poner un foco de luz en los detalles de estos pasajes que ha vivido la Humanidad, para que nos recreemos en estos momentos, algunos muy conocidos, otros no tanto.

Como dice el resumen de la Casa del Libro:

Éste es probablemente el libro más famoso de Stefan Zweig. En él lleva a su cima el arte de la miniatura histórica y literaria. Muy variados son los acontecimientos que reúne bajo el título de "Momentos estelares": el ocaso del imperio de Oriente, en el que la caída de Constantinopla a manos de los turcos en 1453 adquiere su signo más visible; el nacimiento de "El Mesías" de Händel en 1741; la derrota de Napoleón en 1815; el indulto de Dostoievski momentos antes de su ejecución en 1849; el viaje de Lenin hacia Rusia en 1917... "Cada uno de estos momentos estelares" escribe Stefan Zweig con acierto "marca un rumbo durante décadas y siglos", de manera que podemos ver en ellos unos puntos clave de inflexión de la historia, que leemos en estas catorce miniaturas históricas con la fascinación que siempre nos produce Zweig.

Teneis las opiniones de los miembros del club, como cada primero de mes, en sus blogs:


DELENDA EST CARTHAGO, por @Newland23
LA MESA CERO DEL BLASCO, por @Desgraciaito
UN MUNDO PARA CURRA, por @C_Jimenez10

LA ORIGINALIDAD PERDIDA, por @Pau_1975
Y puedes seguir nuestros comentarios también por Twitter, en @_lectores_