Leer
era un placer
genial,
sensual.
Leyendo
espero
al
libro que yo quiero,
tras
los cristales
de
alegres ventanales.
Y
mientras leo,
mi
vida yo consumo
porque
leyendo asumo
que
voy a enloquecer...
Tendida
en la chaisse longue
leer
y llorar...
Un
caminante
solícito
y galante,
por
esos barrios
hablándonos
de sabios,
con
postureo
sufrir
con más paseos,
con
ojos rojos leo,
sedientos
de compasión.
Aunque estando el libro bien
es
para mí leer un edén.
Cada
libro que nos toca...
Anda,
que así me vuelvo loca.
Corre
que quiero enloquecer
de
placer,
sintiendo
ese calor
del
libro embriagador
que
acaba por prender
la
llama ardiente del lector.
jajajajajaja
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