Hoy me apetece hablaros de cosas de las que ya os he hablado, pero es que al proponer yo el libro de este mes y al haberme leído ya otro libro de este señor tenía ciertas intuiciones de que iban a volver a salir. Y como no está de más hablar de educación y es pertinente hacerlo, pues ¡vuelve la burra al trigo!
Uno de los puntos constantes en Pennac es que todos tenemos algo, todos valemos para algo y cada uno se enfrenta al mundo de una manera distinta. No existen los zoquetes, a pesar de que él se autodenomine zoquete. Es cierto que hay gente con más capacidad, o más lista si se prefiere, o con menos, pero no tonta (hablando de personas sin enfermedades).
Todos tenemos nuestro talento oculto y todos podemos llegar a un nivel medio de estudios si nos lo proponemos. Una de las conclusiones de un vídeo que os puse hace tiempo sobre el informe Pisa era precisamente que el dinero que se invierte en educación no es lo más importante (de hecho España es de la que más invierte respecto a PIB y es de las que peor está), sino la actitud de la sociedad hacia la educación, el no dejear a ninguno atrás y ser conscientes de que todos pueden aprender.
Hay países como Japón o Corea en los que TODOS los niños acaban el bachillerato. Y las cifras de fracaso escolar en España son bastante desalentadoras al respecto. Tiene que ver, como dice Pennac, con la manera de enseñar y enfrentarnos a ello. En el libro se refiere a la relación con la literatura, pero se puede extender al conocimiento y al estudio en general. Nadie aprende a golpes. Y ahí es donde está el problema, que hay mucha gente que no quiere aprender, mucha gente que no ve la utilidad, que no tiene motivación para continuar.
Una parte se explicará por los ejemplos sociales que tienen a su alrededor. Personajes que triunfan sin saber hacer la o con un canuto, presidentes de gobierno que no saben ni un idioma, presidentes de equipos de fútbol que no saben hablar, cantantes orgullosos de su ignorancia o gente orgullosa de seguir a Vargas Llosa sin haber leído nada suyo. Con esos mimbres nos sale este cesto.
Yo no sé cómo se hace para que nos salga una cosa mejor. Soy de la opinión que había que coger a todos los niños españoles, llevarlos a Dinamarca y que vuelvan dentro de veinte años una vez que hayan aprendido a ser civilizados y respetuosos con los demás, pero me temo que no sería realizable; sobre todo porque los daneses no dejarían entrar a semejante tropa.
Lo que sí que sé es que mientras no valoremos la educación, los buenos modales, el respeto, el valor del esfuerzo y el reconocimiento del mérito lo llevamos crudo. Y por lo que se ha visto hace poco, los mayores tampoco nos libramos. Somos peores que los jóvenes, más catetos e ignorantes que ellos, aunque para eso solo hay que ir al extranjero y sentir vergüenza cuando te encuentras con una recua de españoles desinhibidos.
¡Así nunca nos van a aceptar en Dinamarca! :´(
Oye, tú, a mis niños que no se los lleven a Dinamarca... si no me llevan a mí también.
ResponderEliminarTal vez podamos llevar a los políticos a Dinamarca. Con ser muchos, son menos que los niños, y además, estorban infinitamente más.
ResponderEliminarAh, no, espera, que si no aceptan a los niños, mucho menos iban a aceptar a nuestros políticos. Vaya por dios...
ResponderEliminarBuen post, como siempre.
Es que los daneses podrían ponerse muy vikingos con nuestros políticos...
ResponderEliminarEs verdad, todo serian ventajas!
Si lo dices por el casco con cuernos, no sé yo si los españoles no nos estaremos vikinguizando...
ResponderEliminarPues si hay que ir a Dinamarca yo me apunto y no por razones tan nobles como las que podáis presuponer xD
ResponderEliminarHemos hablado de esto muchas veces y estamos muy de acuerdo, nuestra sociedad es reflejo de lo que somos como individuas y mal arreglo tiene a medio plazo.