miércoles, 4 de diciembre de 2013

Cuéntame un cuento

Tras leer las reseñas de los demás miembros del club y algunos de los comentarios a las mismas he llegado a la conclusión de que los árboles que la buena de Alice Munro ha plantado en sus relatos no me han dejado ver su bosque.
No me he enterado para nada de que estaba espiando fragmentos de la vida de unas personas de las que huiría corriendo como un gamo si perteneciesen a mi mundo real. Y tal vez no me he enterado porque Alice Munro me ha hecho el timo del tocomocho y yo me lo he tragado. Me he pasado unas de las horas más aburridas de mi vida buscando unas historias que realmente no existían, pero como el envoltorio es tan bonito he caído en el camelo hasta el punto de dudar de mí mismo, y ese es el mayor problema, que para que los relatos funcionen es necesario que sea el lector el que ponga la historia, el que se invente el pasado y el futuro y el que redacte las conclusiones.
Y eso es hacer trampas, repito, desde mi punto de vista.

Tal vez soy un lector convencional, pero mi cerebro necesita que cuando le cuentan una historia, y más cuando se trata de algo parecido a un cuento, ésta tenga un mínimo de trama y sobre todo un desenlace,  simple que es uno. Por eso me ha provocado cierta angustia vital tener que dedicar mi tiempo a leer algo que sabía de antemano que no me iba a llevar a ninguna parte, lo cual lleva al desinterés, el desinterés lleva al aburrimiento, el aburrimiento lleva a la ira y la ira lleva al lado oscuro, lugar muy transitado en este club de lectura.
La sensación de vacío que he sentido al terminar cada relato confirma la estafa, y justifica mi cabreo, sobre todo cuando crees que es algo que podría dar mucho más de sí, porque muchos de los relatos tienen buenos mimbres, pero acaban muriendo en esa ley del mínimo esfuerzo que parece en este caso ser virtud, la comparación de ND con el arte moderno viene que ni pintada, habrá que piense que conceptualmente esta forma de (no) contar cosas es la pera, pero yo sólo puedo ver el esbozo de una historia muerta antes de comenzar. En resumen, en vivir del cuento.
No sé si los valientes que pasan por aquí compartirán mi forma de ver las cosas, pero me gustaría mucho saberlo, porque realmente me vuelve a asaltar la sensación de si soy yo el que no sabe apreciar algo estupendo, algo que me molesta sobremanera, porque dudo de mi buen criterio, de mi sensibilidad y hasta de mi intelecto. Porque no hay que olvidarlo, esta señora acaba de ganar el premio Nobel, y si este libro resulta representativo dentro del conjunto de su obra la verdad es que me cuesta mucho trabajo comprenderlo.

2 comentarios:

  1. No es ninguna estafa. Pienso que deberías volver a leer el libro.
    Yo lo veo de otro modo, tal y como cuento en el post siguiente.

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  2. Si lo leo otra vez creo que lo habré leído tres veces.

    Son muchas para una única vida.

    Corro a leerte.

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