Para
comenzar este otoño, que se resiste a venir con la misma desgana que nuestro
club de lectura se resiste a morir, hemos leído una novela del oeste llamada ‘Butcher’s Crossing’,
escrita por un señor tejano llamado John Williams. Nombre que, sin pretenderlo,
me lleva a tararear las bandas sonoras de mi vida, pero no hay que confundirlo
con el maravilloso compositor que tan felices nos ha hecho a todos durante
tantos años. Este John Williams me temo que no pasará a la posteridad de los
grandes genios pero ¿cuántos pueden hacerlo?
La editorial
Lumen nos resume así el libro: ”Corren
los años setenta del siglo XIX y el joven Will Andrews, recién graduado en la
universidad de Harvard, decide dejar todo lo que una gran ciudad puede ofrecerle
y emprender un viaje hacia el Oeste, donde espera encontrar un lazo de unión
con la naturaleza. Iniciado el viaje, Will recala en un pequeño pueblo de
Kansas llamado Butcher´s Crossing con la idea de dar un nuevo sentido
a su vida. Todo parece tristemente anodino, pero pronto traba amistad con
Miller, un hombre maduro y cazador experimentado. Miller y Andrews emprenden la
aventura acompañados de otros dos hombres. La codicia febril los abocará a
quedar atrapados por la nevada en aquel paraje durante meses. Es como si
alguien con mucho talento hubiera convertido en novela el manido poema de Kipling:
«If…you will be a man».”
‘Butcher’s
Crossing’ es básicamente eso, un viaje hacia la nostalgia, una mirada por el
retrovisor hacia el pasado de su protagonista y al de su país, que para mí es
tan protagonista como cada uno de los personajes del libro. Porque una historia
como esta solo puede tener sentido en un entorno salvaje y sin cuajar. No
encontramos en ‘Butcher’s Crossing’ grandes aventuras y gestas, lo cual debe
decepcionar a los amantes del género que siempre esperan una bala traicionera a
la puerta de un salón, más bien al contrario, nos encontramos ante una novela
en la que la acción trepidante se ve reducida al mínimo para,
sorprendentemente, resultar un relato calmado e intimista.
John
Williams nos lleva a un territorio salvaje, en el que la naturaleza es la que
manda sobre los hombres, que deben adaptarse a ella para sobrevivir. Un
territorio extremo en el que hemos visto recorrer por sus montañas y llanuras
héroes de todo tipo y, sin embargo, con todos estos mimbres, el autor nos
entrega una novela derrotista, que nos hace dudar de las bondades humanas, y no
solo porque los protagonistas se disfracen de ángeles exterminadores de
bisontes, sino porque en sus páginas no vamos a encontrar una simple
demostración de amistad, ni un gesto altruista, ni un poco de amor sincero. Al
contrario, si algo vemos aquí es una lucha por la supervivencia, pero es una
lucha individual y egoísta llena de desasosiego.
Y es algo
calculado, porque el autor quiere poner todo el peso de su obra en enseñarnos
que todo es efímero, que la juventud puede sólo durar un invierno, que la vida
es realmente frágil, que la riqueza se puede volatilizar de repente y que lo
que hoy es floreciente mañana puede estar condenado a ser comido de nuevo por
las malas hierbas. ‘Butcher’s Crossing’ deja un regusto amargo de pérdida y,
aunque no nos niega la esperanza de renacer, sí que nos niega la ilusión de que
todo pueda a volver a ser igual que antes, porque la pérdida de la inocencia y
de la virginidad es un camino sólo de ida y sin retorno.
Como
siempre encontraréis otras opiniones, seguramente mucho más sensatas, en
las reseñas de Desgraciaíto, Carmen, Paula y MG, ¡corred
a leerlas!