lunes, 1 de octubre de 2018

¡Viva el latín!: Historias y bellezas de una lengua inútil


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Este mes toca hacer la reseña de “¡Viva el latín!: Historias y bellezas de una lengua inútil” en ensayo escrito por Nicola Garini y elegido por mí en mala hora. ¿Por qué lo digo? Porque yo me esperaba un libro ameno y lleno de descubrimientos a cada cual más interesante… ¿y qué me he encontrado? Pues una disertación aburridísima de un señor encantado de conocerse, cursi y relamido, que, más que tratar de acercar el latín a todos los que estamos de alguna manera interesados en la lengua de los romanos, ha perpetrado un libro para su erudita gloria que espanta al vulgar de los mortales.

La editorial CRITICA, en su necesidad de vender libros para ganarse la vida, nos hace el siguiente resumen: “Una defensa apasionada del latín como elemento cohesionador e identitario de todos los europeos. ¿Es el latín una lengua inútil, como lo sugiere que se la haya marginado en la educación? Nicola Gardini, profesor de la Universidad de Oxford, nos descubre la trascendencia de la lengua que fue la base de la civilización que construyó Europa y en la que «están escritos los secretos de nuestra identidad». El latín es, además, la puerta de acceso a los tesoros de una literatura en que la lengua es un elemento indispensable para captar unos valores que se pierden irremediablemente en una traducción. Gardini nos ofrece, por ello, una guía personal y vivida de la literatura latina, de Catulo a San Agustín, pasando por Cicerón, Tácito, Virgilio, Lucrecio o Séneca, en la que utiliza breves textos que, con la ayuda de su traducción y de sus comentarios, podemos disfrutar, sin necesidad de recurrir a gramáticas o diccionarios. Un viaje de descubrimiento por las obras maestras de la literatura de la antigua Roma.

Después de leerlo varias veces no entiendo cómo me he podido dejar engañar y meter en este lío a mis compañeros. Creo que no he sabido ver lo que defensa apasionada podía significar para un profesor de Oxford, mi pasión Atlética lee defensa apasionada y se imagina echando los higadillos a los muchachos del Cholo Simeone, y el profesor Gardini es más del estilo de la defensa de Malta entrenada por Jorge Valdano. Un horror. En 240 páginas ha conseguido que odie a Cicerón (admito que poco me faltaba), a Virgilio, a Séneca y sobre todo a Ennio, el hombre que comprendía el lenguaje de las vacas.

Estoy seguro de que el libro tendrá su público, afortunados ellos, el problema es que no es divulgativo, al menos si tenemos en cuenta el significado etimológico de la  palabra divulgación que viene del latín divulgatio, divulgationis, nombre de acción del verbo latino divulgare (propagar o expandir algo entre el vulgo, la gente, publicar), verbo formado con el prefijo dis-/di- (separación por múltiples vías, dispersión) y la raíz del vocablo vulgus, que en latín arcaico fue volgus (la muchedumbre, la masa indiferenciada del pueblo). Nicola, en confianza, la masa indiferenciada contigo se duerme, créeme, podrías haber llamado al libro perfectamente “Valium”, o mejor aún “Diazepanem et circenses”, porque tu libro es como la Benzodiazepina porque los dos tienen efectos sedantes, hipnóticos, ansiolíticos, anticonvulsivos, amnésicos y miorrelajantes.

Como está feo decir todo esto del libro de un señor que es nada menos que profesor de Oxford, recurriré al tópico: Nicola, no eres tú, soy yo. Perdóname por no saber apreciar toda tu erudición, por no estar a la altura, por ser un garrafán, por ser un quiero y no puedo de la cultura latina, si escribes un libro de latín para tontos te daré una oportunidad, pero mientras tú y yo hemos terminado.

Vale.