Uno de los temas de los que trata el libro del que estamos hablando este mes es la bibliofilia. El deseo o la satisfacción por tener físicamente determinado libro, edición o ejemplar y por otro lado también justo lo contrario, la decepción por no encontrar aquello que se busca.
El otro día, a propósito de este libro y de los recuerdos que le suscitó, Di publicó un post sobre sus recuerdos de este libro y llevaba por título has besado alguna vez un libro?
Yo confesé haberlo hecho. En momentos de emoción y en los que percibo profundamente la excepcionalidad de lo que estoy leyendo lo he hecho. Besar las páginas, besar la portada, el lomo dejando el libro un momento para contemplarlo y volverlo a coger para seguir leyendo. No sé como me retrata algo así, supongo que como una persona algo desequilibrada o un friki de los libros sin curación posible.
Pero por otra parte, a mí no me gustan los libros viejos de hojas amarillentas y que huelen a polvo. Nunca me han gustado. Prefiero infinitamente más el olor a tinta y papel nuevo de mi colección de Calvin & Hobbes que ese papel acartonado y con ese olor picante que se desprende cuando lo abres.
Además tampoco me gusta leer un libro que venga anotado o señalado en demasía y no es solo por el hecho de estropear el libro. Por ejemplo, hay una opción en el kindle que es mostrar subrayados de otros lectores o los párrafos más subrayados en general. Pero eso lo deshabilito en cuanto tengo ocasión. Para mí leer es un acto íntimo entre el escritor y el lector. Punto. Habrá a quien le guste compartir citas y experiencias mientras lee o cuando se enfrenta por primera vez al libro. No es mi caso. Para una relectura podría entender esas reflexiones de otros sobre los mismos textos o para charlar merendando o tomando un café o, ya puestos, un buen gin tónic, pero eso es post lectura.
Ya digo que la forma en que cada lector se enfrenta con el libro es diferente y en modo alguno excluyente respecto a otras. Por ejemplo, yo voy cambiando y ahora doblo esquinitas de los libros de papel para señalar páginas que me han gustado. Eso se lo debo al proceso de reflexión lectora que me ha proporcionado este mundo de los blogs y el club de lectura. Esa reflexión sobre lo que he leído, compartirlo con quien quiera leerlo y obligarme a poner en claro ideas y sensaciones es una de las mejores cosas del blog. Y si eso supone que hay que doblar alguna esquinita, ¡pues se dobla!
Otro punto de mi bibliofilia es el encaprichamiento inmediato con un libro que tiene que ser mío lo más rápido posible. Por ejemplo me pasó con el tercer tomo de alianza editorial de Los Papeles Póstumos del Club Pickwick de Dickens. No empecé a leerlo hasta que tuve asegurado el tercer tomo, cosa que me llevó bastante tiempo y bastantes sufrimientos. Cierto es que este libro me lo leí enseguida una vez conseguido, pero otras veces mi furor se aplaca al conseguirlo. Ya tendré tiempo de leerlo. Lo cual es un poco absurdo dado que has empleado mucho tiempo en buscarlo, lógicamente, para leerlo.
Este año me he leído un libro que compré hace cinco o seis años con ganas de leerlo inmediatamente. Hay algún libro de Conrad (a sus pies, siempre a sus pies) que he comprado y que aún no me he leído y me pasó con el de Juan Belmonte, matador de toros, que compré hace varios años y hasta este no me lo he leído.
El libro tiene algo que me atrae poderosamente. Podría decir que es el libro como objeto, pero no sé yo si es eso exactamente, aunque tiene que ver con su posesión. También me pasa con libros digitales que busco y persigo por el ciberespacio para que luego, una vez conseguido, languidezca en la biblioteca del Calibre junto a otros libros como en un cementerio de elefantes del que es probable que no salga leído.
En fin, como siempre he terminado divagando y hablando de otras cosas distintas a las que tenía en la cabeza cuando empecé a escribir esta entrada.
Si queréis podéis contarnos vuestras filias (o fobias) con respecto a los libros. ¿Soy un bicho raro? ¿Compartís alguna de mis manías?, ¿todas? ¿Os enfadaríais porque no os mandaran los diarios completos de Pepys sino "una miserable colección de FRAGMENTOS del diario de Pepys, obra de un entrometido editor al que más le vale estar pudriéndose en la tumba"?
Hablad, por favor.
Hablad, por favor.
Ya te lo he dicho antes, pero me ha gustado mucho.
ResponderEliminarNo te voy a contar nada nuevo...me encantan los libros. Verlos, olerlos, tocarlos...y lanzarlos por el pasillo cuando no me hago con ellos.
Una cosa es la comodidad de lectura que me da el digital y otra es el libro como tal. Los libros que me gustan mucho siempre los tengo en papel, es el sentimiento de pertenencia, supongo.
Doblo esquinitas, pero cuando copio la frase en cuestión, las desdoblo. Y más si voy a prestar el libro...me da cosa que otro se cuestione por qué marqué una página en concreto y no otra.
Además, no sé si gracias a, o por culpa de, todo esto de los blogs y el club y blablablá...siempre estoy alerta, buscando cosas nuevas y de repente NECESITO Calvin & Hobbes en inglés aunque ya lo tengo todo en español, o todos los de Fforde porque la edición es bonita.
Pues me alegra que te haya gustado. Calvin & Hobbes en inglés es un MUST! Creías que te iba a decir que no, eh? Que con tenerlo en español bastaba? Pues no. Y huelen bieeeeeeeen!!! XDD
ResponderEliminarNunca he besado un libro. Ni aunque me haya encantado lo que he leído. Ahora bien, tampoco besaría el teléfono si me llamaran para decirme que me ha tocado la lotería. Seré poco efusiva. O poco besucona. Me interesa lo que contiene y si me gusta un libro como objeto (decorativo, quiero decir), entonces me gustan los que llevan hojas finas, o los que están muy manoseados. Los pequeños de colores añil, o verde gastado, llenos de manchas y de historia, en un idioma que no te hace falta comprender porque eso no lo tienes para leer, sino para mirar. Sin dos cosas bien distintas.
ResponderEliminarNo me importa leer un libro usado. Y tampoco encontrarme con una anotación. Ni con una mancha de salchichón. Se ve que soy una lectora sin escrúpulos...
Odio los libros de tapas duras. Prefiero mil veces una edición de bolsillo o en rústica. No me gustan los que no se pueden abrir completamente. Me molesta mucho que se caigan las hojas, que vayan mal pegados. Me dan mucha dentera algunas ediciones, las que llevan papel estucado del malo, como eran aquellos de la colección RTVE. Pero tampoco me gusta el papel satinado, me recuerda a los libros del colegio, y no me acabo de creer lo que estoy leyendo.
No me gustan las fotos en los libros porque distraen. Anotaciones a pie de página si tienen contenido. Si son referencias, por mí las pueden quitar.
El digital no me importa, aunque creo que no tengo el buen dispositivo, pero de momento prefiero leer papel. Yo antes doblaba las páginas para saber por dónde iba (una costumbre familiar), pero ahora ya uso marca páginas. Subrayo con lápiz y después anoto la página donde hay una anotación en la primera hoja (aunque eso lo empecé a hacer cuando me di cuenta de que no encontraba nada). Si la anotación es brillante, la copio en un cuaderno. O en el blog, que también lo he hecho, aunque procuro que tenga alguna entidad.
Pongo mi nombre a los libros que compro yo - en mi casa conviene. Abandono mucho a medio leer y, en esos casos, creo que un libro se convierte en un trasto, en algo que se debe bajar al trastero, o tirar a la basura si la cosa es muy criminal. Yo tiro libros, o los regalo si me los cogen en colegios, ONG´s o sitios así. No soy nada fetichista, ni para los libros ni para casi nada (pongo casi por si acaso). Solo los respeto un poco si fueron de mi padre, y aun así, depende.
Lo que dices del blog yo lo averigué hace unos años, en una tertulia a la que voy. Se lee distinto si luego tienes que comentar el libro, se aprovecha de otro modo. Y en tertulia, con un buen moderador, se les saca muchísimo partido.
Creo que me ha salido un post...
Sí, Carmen, daba para otro post! :-)
ResponderEliminarCada uno tiene sus manías y sus gustos. A mí un libro lleno de manchas y ajado no me gusta nada, nada.
Desde luego que si me gusta el libro y es el que hay me lo leo esté en el estado que esté, pero no me gusta.
Yo, eso de abrir los libros de bolsillo tampoco lo hago y mi hermano y Anniehall dicen que los leo de lado y que me invento la mitad de la frase. Tampoco lo hago por nada especial porque sé que esos libros seguramente ni yo vuelva a leerlos ni seguramente nadie, pero así soy y no puedo evitarlo.
Marcapáginas tengo algunos, pero puedo usar cualquier cosa, un recibo un billete de metro... si es un libro de esos elegantes con cordelillo tengo que cerrarlo con el cordelillo sin arrugar...
Y a todo esto se suman los cálculos mentales de tanto leído y tanto por leer.
La verdad es que me parece que voy a parar porque estoy quedando un poco Rain Man...
Al igual que Carmen, no soy nada fetichista con los libros... De todos los que he tenido en la vida sólo hay dos que realmente quiero llevar conmigo, uno porque creía (sí, creía erróneamente) que era una primera edición de Diario de un poeta recién casado (no lo compré, lo tenía mi abuelo -que era librero- en su casa, y decía que era una chufla en comparación con otras joyas que tenía que sí lo son... Mi madre tiene una maravillosa Vulgata de 1846 en 12 tomos, había una enciclopedia en perfecto estado en la que Cuba y Filipinas seguían bajo la corona española y otras curiosidades similares) y el Inventario de Benedetti porque es el único libro que tengo firmado (además de nada fetichista no soy nada mitómana, Benedetti es mi autor favorito pero me daba apuro pedirle que me lo firmara... aunque estaba firmando libros por doquier en un homenaje que se le hizo)
ResponderEliminarComo veis mis libros "viajeros" lo son por otros motivos, nunca el texto en sí; me importa un rábano el soporte del texto, es más, si es digital mejor, que ahora por cuestiones vitales mis libros están poblando los armarios y trato de regalar (algunos muy concretos) en cuanto tengo ocasión (pero nada, no hay manera de que me saquen Milenium de encima) Como no tengo apego al formato físico yo los pinto y coloreo (si son míos) y también doblo las esquinas para ver por dónde voy... salvo que en ese momento se me acabe el metrobús y ese libro tendrá la suerte de ir con marcapáginas el resto de trayecto vital que compartamos... pero incluso para esto soy rara, si no tengo con qué apuntar (eso sí, siempre a lápiz) no apunto, total, revisito relativamente poco... Ahora bien, llevo FATAL que alguien lea mis anotaciones, es lo más personal que escribo, es MI lectura (mi ejemplar de Primavera con una esquina rota fue prestado contra mi voluntad y llevaba tres lecturas encima con sus consiguientes anotaciones... sigo enfadada y han pasado diez años)
Los libros con manchas, ajados, tapas duras... no, no son para mí... Si se caen las páginas vamos mal, pero peor aún si no puedo abrirlos en condiciones (si son míos los fuerzo... y a veces después se les caerán las páginas por ello)
Y termino (¡esto también es casi un post!) cuido MUCHO los libros que me prestan... pero curiosamente no me enfado la vida con los que no vuelven (salvo mi Primavera...) es decir, claro que quiero que me devuelvan los libros, pero cuando los presto (no os podéis imaginar la cantidad de libros que les he prestado a alumnos que no he visto más, ni los libros ni a los alumnos) me interesa más que el prestatario los lea que el hecho de que me los devuelva
Lo que tienes, ND, con los libros, no tengo duda que lo tendrás en otros aspectos de la vida. El neceser, por ejemplo, o el maletero del coche. Se trata de ser cuidadoso, ordenado, metódico. Y yo lo soy, pero quizá en una intensidad un poco más baja.
ResponderEliminarMe encanta el punto de vista de Livia sobre los libros prestados. Es muy original y no había caído nunca en eso: lo que importa es que se lo lean y lo disfruten, que te lo devuelvan es secundario. Y sin embargo, ¿Qué pasa si lo quieres volver a prestar?
esto de doblar las esquinitas está muy mal, queda muy feo ( para mi), una buena solución es escribir notas o cosas que quieras recordar, páginas, etc. en los puntos de libro que dan en las bibliotecas, que suelen estar casi en blanco. Lo guardas luego en el libro y siempre está apunto para recordar alguna cosa del libro que en un momento determinado te interesó guardar por algo.
ResponderEliminarSí, Biblioaprenet, desde luego que no se me ocurriría doblar una esquina de un libro que me han dejado o de una biblioteca, antes me corto una mano! Pero debe ser que soy demasiado desastre para tener un cuaderno donde apuntar. Por eso escribo de libros en el blog, para que esté ahí y me acuerde de qué fue lo que me gustó o no del libro. Si eso implica doblar alguna esquinita... pues lo hago.
ResponderEliminarGracias por pasarte por nuestro blog.