miércoles, 30 de enero de 2013

Padres e hijos

No hay cosa que más rabia dé en este mundo que ver un comportamiento irritante, odiar al comportador por ello, y que un tiempo después nos dé por hacer lo mismo; el comportamiento normal ante esta situación es que nos volvemos infinitamente comprensivos con el vil señor de antes, lo que hizo fue reprobable, sí, pero humano, como humano soy yo ahora que hago lo mismo, antes simplemente (antes cuando condenaba) estaba equivocado ¡sed indulgentes conmigo!

En El animal moribundo es justo al revés, porque todo ha de ser desquiciante en el mundo de Roth. David, el entrañable profesor al que todos conocemos y amamos odiamos es permanentemente condenado por su hijo a causa de las infidelidades a su madre y por su propio abandono; el hijo de David hace de los defectos de su padre sus mayores virtudes y decide que ha de compensar al karma cósmico haciendo el bien donde su padre hace el mal... hasta que él mismo se convierte en un ser infiel pero, aún así, decide seguir compensando el karma, no dejarse llevar, continuar con una mujer a la que no ama y, sobre todo, regañando a su padre una y otra vez por todo aquello que él quisiera hacer si fuera un poquito libre (que ya tiene narices envidiar a semejante ser del averno)

En la novela Roth nos pone a un animal inmoral (consciente de su imperfección) frente al animal moral que es su hijo y, como el autor hace de la sordidez virtud, consigue que el segundo se nos haga infinitamente más inmoral que el primero: prefiere vivir en la mentira, sigue regañando a su padre por las mismas cosas que él hace y, hablando en plata, es un coñazo de ser que no sólo no conoce la libertad, es que le repugna... ¿Es mejor un padre mentiroso -y adalid de la moral- en casa que un padre sincero -y libre- con el que no convives?

No deja de ser curioso que sólo cuando aparece el hijo de David, éste se convierta en un hombre  casi casi desprovisto de sordidez.

4 comentarios:

  1. Este libro ya lo tenía anotado para leer. Me falta encontrarle el hueco.

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  2. Pero David también miente a sus amantes, que es todavía más cutre. Cuando le pilla Carolyn con el tampón. La mentira permanente del libertino mediocre. Yo sigo diciendo que David critica lo mismo que él hace, es un perfecto hipócrita.

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  3. Anímate Albanta, el libro es interesante y bastante breve... Ahora bien, te aviso de que es -para mi gusto- sórdido, pero igual merece la pena.

    David es un tipo repugnante, creo que en eso estamos todos de acuerdo, pero es consciente de ello, es decir, no trata de taparlo y ni siquiera se excusa; su hijo, por el contrario, es una adalid de la moral hasta el punto de que, cuando le toca elegir (a la fuerza), prefiere la mentira pero porque es un cobarde y porque su propia postura moral ha de ser mantenida ante los demás, aun a costa de que se convierta en una farsa... Lo que yo digo es que el hijo es peor que el padre porque es más mentiroso -y encima contradictorio- y eso lo hace aún más inmoral (que ya es difícil)

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  4. No sé, yo creo que su hijo es una reedición de él, aunque no sé si corregida y aumentada. Es el único nexo de unión que veo con todo el rollo que se marca con el 68 y su vida infeliz de casado hasta que decide abandonarlos. Como que él antes era como su hijo hasta que alcanzó su iluminación...

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